Si somos lo que comemos, ¿qué comen y qué serán nuestros niños?
El mundo cuenta con diversas problemáticas. Una de ellas afecta directamente a gran parte de la población del planeta: la malnutrición. Según la Organización Mundial de la Salud, en el 2016, ya eran 41 millones de niños y niñas menores de 5 años los que padecían sobrepeso u obesidad. De mantenerse las tendencias actuales, para 2025 este número aumentaría a 70 millones. ¿Qué pasa con la obesidad y el sobrepeso en los niños argentinos? Se trata de una problemática que no distingue clases sociales ni sectores del país. Al respecto, la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS) realizada en el año 2019 arroja información al respecto.
La misma fue llevada a cabo por el Ministerio de Salud y de Desarrollo Social. En dicha encuesta, se clasifican los datos según los rangos de edades, los cuales son tres. En el primero, ingresa una población menor a los 5 años de edad. El segundo va desde los 5 a los 17 años, y el tercero va desde los 18 años en adelante.
Teniendo en cuenta que lo que nos aqueja actualmente es la malnutrición infantil puntualmente, cabrá enfatizar sobre las primeras dos franjas etáreas anteriormente mencionadas. A la vez, cada una de ellas contiene dos categorías a analizar: sobrepeso y obesidad.
Cifras para problematizar: la epidemia del sobrepeso
La proporción de sobrepeso en la población de menores de 5 años resultó de 10%. La proporción de obesidad en la población de menores de 5 años resultó de 3,6%.
Por último, la proporción de sobrepeso y obesidad en la población de 5 a 17 años fue del 20,7% y 20,4% respectivamente. En esta categoría se puede ver un gran aumento con respecto a los menores de 5 años. Más del 40% de la población de esta edad tiene presente esta problemática.

Causas y consecuencias de la obesidad y el sobrepeso
Son pocos los casos en los que la obesidad se debe a una enfermedad o trastorno genético u hormonal, generalmente aparece por malos hábitos alimenticios y escasa actividad física. La alimentación desequilibrada rica en calorías, grasas o dulces, y pobre en frutas y verduras, junto a bajos niveles de actividad física, hace que la energía ingerida sea mayor que la que gasta el cuerpo. Este exceso de calorías se acumula en forma de grasa en nuestro cuerpo y cuando esta situación se mantiene en el tiempo aparecen el sobrepeso y la obesidad.
La obesidad tiene diversas consecuencias, entre ellas los problemas de movilidad, dificultad para respirar, trastornos de sueño, entre otros. Además, existe mayor probabilidad para padecer diabetes, hipertensión, alteración de los niveles de colesterol y triglicéridos. Además la obesidad tiene consecuencias sobre la salud emocional del niño o niña, y puede generar baja autoestima, aislamiento social o discriminación entre otros. De esta manera, se disminuye de forma importante la calidad y la esperanza de vida de la persona.
¿Cómo mejorar estas situaciones?
Existen infinitas formas de mejorar nuestra alimentación y la de los niños que nos rodean. Como no podemos nombrarlas a todas, elegimos algunas que nos parecen fundamentales a la hora de cuidar la salud de los más chicos:
Fomentar la actividad física desde la infancia: es clave tomarse un momento para descubrir aquello que les gusta hacer a nuestros niños, y así motivarlos a que lo hagan. En este aspecto, no pensamos en grandes cantidades de plata, sino una simple salida a la plaza con una pelota o un jugar a las escondidas en el patio.
Reducir hasta erradicar el uso de tecnología mientras comen: generar un momento en el que el niño y todos los que comen con él puedan disfrutar de los alimentos de manera consciente es fundamental. Evitar el uso de pantallas durante la comida ayuda una mejor digestión, así como también a que el niño sepa que es momento de comer y no de jugar o distraerse.
Promover la hidratación saludable: En muchas oportunidades somos los adultos quienes podemos definir qué toma o come el niño. Aprovechemos estas oportunidades para reemplazar gaseosas por agua -porque el agua saborizada contiene el mismo porcentaje de azúcar que una gaseosa-, cambiemos el jugo en cajita por un licuado natural hecho en casa. Todo es costumbre para los seres humanos, y más aún en un niño que recién las está creando, por eso es importante crear costumbres sanas que se mantendrán en el tiempo.
Si bien algunas de estas cifras nos alarman, o ciertas recomendaciones pueden parecernos imposibles de lograr, siempre hay un primer paso para dar. La obesidad y el sobrepeso en niños, niñas y adolescentes es una temática que exige atención temprana a los fines de evitar otros trastornos y patologías más graves a futuro.
¿Quiénes hicimos esta nota?:
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Matías Levis - recolección de datos y redacción
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