Malnutrición e infancias: cuando el plato de hoy es el desempeño de mañana
Cuando hablamos de malnutrición es importante resaltar que existen dos tipos; por déficit, denominada “desnutrición” y por exceso, llamada “sobrepeso u obesidad”. Ambas tienen efectos negativos en la salud y vida de las personas, causando una mayor probabilidad de muerte y discapacidad.
Ahora bien, conociendo más de que se trata la malnutrición y sus manifestaciones, el paso siguiente es entender qué consecuencias tiene sobre las personas, particularmente en edades tempranas.
Según Luciana Duje, Nutricionista infantil (MP:3541), la desnutrición y la obesidad son un obstáculo para el desarrollo humano. Duje aclaró que “dentro de las consecuencias de la desnutrición podemos mencionar que aumenta el riesgo de contraer distintas enfermedades y de curarse, frena el crecimiento y el desarrollo tanto físico como intelectual de los niños y las niñas”.
Además, agregó: “Al verse limitada su capacidad intelectual y cognitiva, se observa una reducción en su rendimiento escolar y una mayor dificultad para adquirir distintas habilidades que le permitan desarrollarse plenamente en su vida”.
En relación, Veronica Cappri, Psicóloga infantil (MP:5672), explicó: “Un niño mal nutrido va a tener un impacto negativo sobretodo en el plano cognitivo, el cual tiene que ver con lo académico. También puede presentar inconvenientes en el plano de constitución psíquica, la cual se basa en lo vincular, es decir, cómo se relaciona el niño con otras personas”. Asimismo, aclaró que el nivel de gravedad depende en mayor o menor medida de cada caso.
Siguiendo esta línea, Zenón Sfaello, Neurólogo especialista en Neurología Infantojuvenil (MP:4217 ESP: 1748) destacó: "El niño o niña no se da cuenta que está mal nutrido, el chico rinde mal en su escuela, rinde mal en la sociedad, rinde mal en la conducta familiar, pero él no registra que es por malnutrición".
En cuanto a la obesidad, Duje expresó que los menores que la padecen tienen mayores probabilidades de seguir siendo obesos en la edad adulta. También pueden contraer más tempranamente enfermedades crónicas no transmisibles como diabetes, hipertensión arterial, dislipemias, accidentes cerebro vasculares, entre otras.
Georgina Tavella, quien es licenciada en Psicología y Sociología y coordinadora del Sistema Integral de Monitoreo de la Defensoría de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, contó que una de las principales causas de la desnutrición en la actualidad es la pobreza y asoció al sedentarismo y las tecnologías como una de las principales causas de la obesidad. “Sucede que en una sociedad automatizada, apresurada y con poco tiempo, los padres llegan de trabajar y no tienen momentos para jugar con los niños. En consecuencia, las niñas, niños y adolescentes pasan mucho tiempo frente a las tecnologías, comen solos mirando las pantallas de sus dispositivos y no hay registro de lo que comen y lo que afecta en la digestión”, expresó Tavella.
La nutrición en los primeros años de vida tiene incidencia directa en las consecuencias, es el periodo de mayor importancia alimenticia en la vida de una persona, así lo indicaron los distintos profesionales. En relación a esto, Duje recomendó que se alimente al niño/a solo con lactancia materna hasta los 6 meses de edad. Sfaello expresó que es muy importante estar bien nutrido durante los primeros dos años de vida, momento en el cual el cerebro realiza su principal desarrollo. En relación, Tavella señaló que desde UNICEF sostienen que los primeros mil días de vida son fundamentales en cuanto a alimentación, nutrición y estimulación
Como se mencionó anteriormente, las consecuencias psicológicas producto de una malnutrición tienen que ver con lo vincular. Aquí aparece un factor importante que no tiene que ver con el alimento pensado como comida, sino relacionado a la construcción psicológica y social de la persona y a cómo se conforman las relaciones dentro de un grupo familiar.
Otro punto a tener en cuenta son los hábitos y prácticas alimenticias de este niño/a. Aquí es muy importante el accionar de las personas con las que se relaciona dicho niño/a, ya que estas son responsables directas de su cuidado nutricional. Cappri señaló que: “lo que los niños incorporan a su alimentación tiene que ver, en la mayoría de los casos, con el vínculo que tiene con la persona que les da el alimento y en la forma en que se lo da”.
Sfaello reforzó esta idea argumentando que: “El afecto es necesario. Tanto el afecto humano y el intelectual hacen a un buen desarrollo del niño”. Asimismo, expresó: "A los padres hay que enseñarles que al hijo hay que alimentarlo bien, con comidas adecuadas y para eso es necesario concurrir al pediatra, al médico especialista que sabe, para que le diga qué comida y cómo le debe dar esa comida".
En cuanto a esto, Tavella habló del ‘estrés tóxico’ que sufren los niños que viven situaciones de pobreza, soledad o ambientes violentos donde están expuestos a malos tratos. Esto provoca ansiedad en niñas y niños que deriva en comer más o mal. “A los niños hay que regalarles tiempo. En Argentina, al 40% de niños y niñas nunca les leyeron un cuento” manifestó Tavella.
Consultada por la existencia de algún patrón en común que trascienda cualquier condición socioeconómica, respondió que la abulia (falta de voluntad o de energía para hacer algo o para moverse) es un factor común. “Están aburridos, si bien es saludable que se aburran para ser ingeniosos, es distinto cuando se potencia con soledad, tecnología o adultos ausentes emocionalmente”, afirmó Tavella. En cuanto a la tarea de la Defensoría, Tavella contó que trabajan junto a UNICEF, ONG`S y la Sociedad Argentina de Pediatría y los Ministerios de Educación y Salud, haciendo foco en los derechos vulnerados de los niños, niñas y adolescentes. Además llevan adelante diversas campañas de concientización y también programas para capacitar a los padres sobre cuál sería la mejor alimentación para los niños, ya que se considera necesario acompañar codo a codo a los adultos responsables de familia.
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